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“Hay que esquivar con capote y poner entre paréntesis todas las cuestiones en las que se nos invita a posicionarnos igual”

Jorge Freire reflexionó sobre el individualismo, el pensamiento crítico o la falta de este y la colectividad

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  • Freire, durante la charla -
  • Con motivo de la apertura del congreso Forun, el filósofo Jorge Freire visitó la Universidad para dialogar sobre el lazo comunitario

Jorge Freire es un pensador, aunque admite sentirse un estudioso frustrado porque le gusta jugar con el origen de las palabras. Estuvo presente el jueves pasado en la inauguración de Forun, un congreso de estudiantes para estudiantes que este año tiene como tema la "Ciudadanía global". El evento tuvo lugar en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, donde Freire reflexionó sobre el individualismo, el pensamiento crítico -o la falta de este- y la colectividad.

A diario recibimos noticias de desastres, eventos terribles... y eso parece ampliar el alcance de nuestra empatía o compasión. Sin embargo, no es del todo cierto, ya que no se puede sentir la misma preocupación por lo que sucede en un país lejano que por lo que le sucede a nuestro vecino. Por más cínico que parezca, como dijo Hume hace tiempo: "Es preferible la destrucción del Universo que el rasguño de una mano". En la práctica, no nos afecta tanto una matanza de 300 personas en un país remoto como la muerte de nuestro gato.

Según Freire "nuestra empatía es como un círculo que se va ampliando desde un centro que somos nosotros. No podemos sentir exactamente lo mismo por lo que sucede en el otro extremo de nuestro mundo que por lo que nos afecta en nuestro entorno más cercano. Esta sobreabundancia de información está generando muchas noticias sobre muchas cosas, lo que finalmente conduce a un estado de ánimo desalentador. Parece que nuestra vida se está convirtiendo en una especie de película de desastres".

El miedo se ha arraigado en nuestra sociedad, lo que llamamos cobardía, y nos está afectando tanto que descompone nuestra realidad. Hannah Arendt dijo que el miedo es como "un cinturón de hierro": puede haber personas aisladas por el miedo, pero si se unen, no se crea un efecto de comunidad. Lo que sucede es que desaparece la libertad individual. Esto es lo que está ocurriendo en nuestra sociedad: parece que el miedo es el elemento común, pero en realidad nos está haciendo retroceder. Hay una idea muy conocida en "La democracia en América" (1835) de Tocqueville cuando se refiere al peligro de la tiranía numérica. En el segundo libro, publicado en 1840, se retracta y señala que hay algo peor: el retroceso cívico, que los ciudadanos dejen de ser ciudadanos, se encierren en sus hogares y se conviertan en súbditos al ceder las decisiones importantes a un príncipe, a una élite de expertos, a tecnócratas.

Esto es lo que estamos experimentando ahora. En la televisión sale un experto que nos advierte que, gracias a la Inteligencia Artificial, se perderán numerosos empleos en el futuro y nosotros permanecemos impasibles como si no nos afectara. ¿Desde cuándo hemos delegado ciertos asuntos en lo que diga un grupo de técnicos autoproclamados? Este retroceso que estamos viviendo está influenciado por el miedo que nos están inculcando. El miedo lo conocemos desde la Edad Moderna, ya que Hobbes escribió en "Leviatán" que la mejor forma de gobernar es a través del miedo. Puedes gobernar mediante el miedo, pero no gobernarás ciudadanos, sino una masa de seguidores. El miedo y la libertad no son fácilmente conciliables.

Es curioso que en la era de la comunicación en la que vivimos, se promueva una soledad cada vez más marcada. La palabra comunicación proviene de común. ¿Cómo es posible que la comunicación, que se supone que busca estrechar lazos y permitir la conexión en tiempo real, nos haga sentir cada vez más aislados? Cada vez vivimos más como átomos separados. Esta es una gran paradoja. No somos una sociedad de individuos unidos, sino que somos como átomos completamente desconectados, cada uno refugiado en su espacio privado. Oswald Spengler ya lo anunciaba en "La decadencia de Occidente". Cuando vives con miedo, con angustia, ves todo de manera estrecha, como a través de un túnel. Solo se habla con optimismo cuando se menciona un pasado que se percibe como mejor.

"Se debería alejarse de esta sociedad que nos pide ser espectadores, como un coro griego que debe sorprenderse, asustarse, emocionarse, conmoverse. La sociedad espera que seas un espectador y te conmuevas ante lo que ves. Pero me niego a convertirme en un coro griego porque soy ciudadano. Una forma de escapar de este espectáculo sería simplemente mantener cierta distancia. Por ejemplo, tratar de discernir qué es importante y qué no lo es. Debemos ser críticos en el sentido de no aceptar todo lo que nos dicen. Hay que esquivar las cuestiones en las que se nos invita a posicionarnos de la misma manera", indica. 

"Creo que las soluciones individuales no son suficientes. Por ejemplo, si hay lluvia ácida, puedes comprarte una mascarilla y salvarte tú solo, pero no estás resolviendo el problema de la contaminación. Con el individualismo, no vamos a restablecer el vínculo comunitario. Pienso en lo que cuesta a las abejas construir su panal, la miel... Si les lanzas una piedra, el panal se rompe y no hay forma de repararlo. Frente a una sociedad fracturada, tal vez no haya manera de cerrar esa herida, tal vez no tenga solución. Espero estar equivocado. Pero hay que recordar que nuestra naturaleza es comunitaria. El individualismo está equivocado, nos vende una visión errónea del humanismo. El ser humano no es un ser solitario en una isla desierta, no es un Robinson que no necesita a nadie. Estamos ante una visión antropológica que debemos compartir: el ser humano es un animal social que necesita de los demás, es un ser relacional y eso nos lleva de nuevo a la comunidad", dice Freire

"Es curioso que, aunque participan en la democracia y votan, no logran derrocar gobiernos. Incluso los programas políticos no están orientados a los jóvenes, sino a los "baby boomers", porque esta sociedad está envejecida. Los jóvenes tienen una visión negativa de todo, ya que tampoco se sienten integrados. Sin mencionar las tecnologías. También se observa en los padres, con la nariz pegada a la pantalla. No es un problema generacional. Como decía Nietzsche en "Así habló Zaratustra", "toda generación que no es ascendente es degeneración", ha zanjado. 

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