Cuando el odio es el huésped
23:30 horas. Me voy a dormir. Otra vez se me hace difícil. Agarro el teléfono móvil y pierdo tiempo en buscar algún vídeo que me relaje. El estrés y la ansiedad se han instalado en nuestras vidas. Dicen que herramientas como la meditación y el ASMR hacen descansar la mente. Autonomous Sensory Meridian Response (ASMR).
En 1925 Adeline Virginia Woolf publicó la novela La Señora Dalloway. Una obra en la que, hoy en día, encontramos una descripción de la sensación que crea el ASMR, vídeos virales que ya se han hecho hueco entre los jóvenes. En la novela una enfermera habla a su paciente “profunda, suavemente, como un órgano suave, pero con una voz áspera como la de un saltamontes, que raspaba deliciosamente su columna vertebral y la enviaba corriendo hacia las ondas sonoras de su cerebro”.
Relajan, y ese parece su cometido. Pero no para todos. Una muestra más de la inquebrantable unión entre los discursos de odio y la viralidad, la encontramos en la cuenta oficial en X de La Casa Blanca. Un tweet bajo el título ASMR y la consecución de un vídeo donde se enseña la deportación de migrantes irregulares.
Los discursos de odio se hacen eco, además, de miles de “likes” fruto de lo que desde hace años se conoce como “Owning the libs”. Una estrategia política del ala más conservadora para ofender a los más liberales. No contentos con eso, el tapete parece posarse sobre el viejo continente.
Trump y Putin se reúnen para dilucidar el futuro de Ucrania a expensas de los países de Europa. Los países de la OTAN se preparan. El discurso de odio se disfraza y encuentra su altavoz en la vitalidad como huésped. Frenémoslo juntos.