La Asociación Río Aragón ha exigido la puesta en marcha de una auditoría pública y transparente que evalúe el proyecto de recrecimiento de Yesa, una obra que, tras 24 años desde que se colocara la primera piedra, continúa acumulando retrasos, sobrecostes y serias dudas sobre su seguridad. El colectivo, que representa a buena parte de los municipios afectados, tanto en Navarra como en Aragón, considera imprescindible revisar en profundidad la viabilidad de una infraestructura cuyo futuro genera cada vez mayor incertidumbre.
Desde la asociación destacan que incluso formaciones políticas tradicionalmente defensoras de las grandes obras hidráulicas han comenzado a reconocer la gravedad de la situación. En este sentido, recuerdan que el propio presidente de Aragón, Jorge Azcón, ha reclamado recientemente al Ministerio de Transición Ecológica una «reflexión profunda» sobre el estado actual de las obras y sus continuos retrasos. En la misma línea, el grupo parlamentario de VOX solicitó recientemente en la comarca de la Jacetania que, en caso de que el recrecimiento llegara a completarse, se prohíban expresamente los desembalses rápidos, por el peligro que suponen para las localidades aguas abajo.
La Asociación Río Aragón subraya que, tras más de dos décadas, el presupuesto inicial del recrecimiento se ha multiplicado casi por cinco, mientras que el plazo previsto de ejecución de cinco años ha quedado completamente desbordado. «Estamos de nuevo en la casilla de salida con un nuevo plazo de 54 meses», lamentan. A esto se suman los numerosos problemas técnicos que siguen sin resolverse, como los continuos movimientos de las laderas, pese a los centenares de millones invertidos y las 102 viviendas demolidas en la urbanización Lasaitasuna.
El colectivo critica abiertamente la falta de transparencia por parte de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) y denuncia que las normas de seguridad que rigen el proyecto han quedado obsoletas ante las nuevas realidades climáticas, con fenómenos extremos como las DANAs, que aumentan la presión sobre infraestructuras de este tipo. La inseguridad, señalan, es una evidencia contrastada, al igual que lo es la falsedad de los reiterados anuncios oficiales que han proclamado en varias ocasiones la «estabilidad definitiva» de las laderas.
Para la Asociación Río Aragón, existen solo dos caminos posibles: continuar con la huida hacia adelante que promueven determinados intereses particulares o abrir, de una vez por todas, un proceso de reflexión serio que conduzca a una auditoría pública o, incluso, a la creación de una comisión parlamentaria que analice lo ocurrido con criterios de seguridad, sostenibilidad y racionalidad en la gestión hídrica.
En este sentido, recuerdan que el informe del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos —documento que en teoría debía ser definitivo— se limita a afirmar que «cree» que la obra será segura, aunque deja claro que será necesario mantener una «vigilancia extrema y constante» durante toda la explotación del embalse, especialmente en los procesos de llenado y vaciado. El mismo informe admite que los problemas que puedan surgir deberán resolverse mediante el «método observacional», es decir, por ensayo y error, una estrategia que el colectivo considera absolutamente inaceptable.
La asociación recalca que ya en 2007 y 2012, cuando se registraron graves episodios de deslizamientos en las obras, se debería haber parado el proyecto y abierto un proceso de revisión profunda. Ahora, insisten, esa reflexión ya no es solo deseable, sino «absolutamente necesaria» para evitar que el recrecimiento de Yesa termine convirtiéndose en un fracaso que podría tener consecuencias irreparables.
Río Aragón plantea que la resolución del modificado nº4, actualmente pendiente de aprobación, podría convertirse en la oportunidad política para reconocer la inviabilidad del recrecimiento desde el sentido común y la seguridad, apostando en su lugar por una retirada estratégica que no se entienda como una derrota, sino como un ejercicio de inteligencia colectiva en favor de la seguridad de las poblaciones situadas aguas abajo de la presa.