La tradicional comida de Navidad de Osasuna con los medios de comunicación se convirtió este año en un altavoz para el malestar del club con las decisiones arbitrales y, al mismo tiempo, en una demostración pública de confianza en el proyecto deportivo encabezado por Alessio Lisci. Con el equipo lejos de las clasificaciones holgadas de otros cursos, el mensaje desde la cúpula rojilla fue claro: calma, unidad y ambición por revertir la dinámica.
Luis Sabalza, presidente rojillo, admitió que le gustaría tener más puntos, pero insistió en que no vive la situación con nerviosismo. “En otros años esta comida de Navidad estaba con el equipo mejor clasificado. Pero eso no quiere decir que esté intranquilo. El espíritu y el ánimo son los mismos”, resumió, antes de dejar una idea nítida: “El equipo yo creo que está bien, está contento y por lo tanto el presidente también está contento”. A su juicio, el juego ofrecido no se corresponde con la puntuación acumulada: “Hemos hecho más juego que puntos”.
El dirigente aprovechó el encuentro para cargar con firmeza contra varios arbitrajes que, a su entender, han lastrado a Osasuna, con el reciente gol anulado a Herrando como detonante. “Hemos sido perjudicados. No digo que nos beneficien, solo quiero que no nos perjudiquen, y eso creo que se puede lograr en lo que resta de temporada”, apuntó, aunque descartó convertir la queja en una batalla formal: “Lo que tenemos que hacer es manifestar nuestro desacuerdo con esas decisiones arbitrales, pero tampoco vamos a ir a denunciar”.
En pleno ruido por los resultados, Sabalza cerró filas en torno a Alessio Lisci y el vestuario, rechazando cualquier tentación de ultimátum al banquillo. “Tenemos que tener tranquilidad porque nada se le puede achacar al míster en cuanto a trabajo y en cuanto a disposición, y tampoco a los jugadores porque lo están haciendo con un gran esfuerzo y con las ganas de cambiar la dinámica. Por lo tanto, yo creo que no hay que pensar y hablar de ultimátum. Ese tipo de cosas ponen a todo el mundo nervioso”, recalcó.
El propio Lisci respondió con serenidad, dejando claro que se siente respaldado y plenamente integrado en el club y en la ciudad. El técnico italiano reconoció que esperaba mejores resultados a estas alturas, pero defendió el trabajo del grupo y su propia gestión. “Estoy encantado en el club y en Pamplona, a nivel personal la experiencia es muy buena, aunque a nivel de resultados me gustaría estar mejor”, admitió, antes de subrayar que afronta el reto “con mucha tranquilidad” porque ha vivido “momentos tremendamente peores”.
En el plano deportivo y de planificación, la voz la tomó Braulio Vázquez, que dibujó un mercado de invierno tan necesario como complejo. El director deportivo dejó claro que Osasuna se moverá en enero: “Hemos hecho un traspaso importante y tenemos dinero para poder ir al mercado, dentro de nuestras limitaciones”, explicó, abriendo la puerta a reforzar no solo la defensa, sino “otras posiciones”.
Braulio detalló, incluso, una operación frustrada que ilustra la dificultad del mercado, en referencia al central del Atlético Marc Pubill. “Teníamos un central muy avanzado pero ahora está empezando a jugar y es imposible que salga”, reveló sobre un fichaje que gustaba tanto a la dirección deportiva como al cuerpo técnico. Con todo, advirtió de la dureza de la competición y se alineó con las palabras de Íñigo Pérez: “Firmo salvarme en el último minuto de la última jornada, porque este año va a estar muy cara la permanencia”, llegó a decir, antes de rematar con una frase que marcó la comida: “Firmo en sangre que nos salvemos en la última jornada”.
Las lesiones y los contratiempos físicos fueron otro de los ejes de la conversación, señalados por la dirigencia como un factor clave en el irregular rendimiento rojillo. Braulio recordó las ausencias de jugadores “trascendentales” como Aimar Oroz, Budimir o Torró, a quienes definió como “la columna vertebral de estos últimos años”, y subrayó que su ausencia “se repercute en el rendimiento del equipo”.
Más allá del césped, Sabalza también hizo balance del momento institucional y económico del club y del futuro de El Sadar. “Al club lo veo bien. En lo económico, en lo institucional y en lo deportivo. Creo que está bien en los tres aspectos”, sostuvo, aunque admitió que el deportivo “está un poco más bajo”. Sobre la ampliación del estadio, confirmó que Osasuna trabaja en un plan para añadir unas 1.400 localidades y responder a la lista de espera de socios, en contacto con los técnicos del Gobierno de Navarra. “Lo que no entiendo es que nos digan que no hemos presentado nada. Espero que, hablando, lleguemos a un acuerdo para que sea cuanto antes”, zanjó, pidiendo paciencia a la afición.
La comida navideña dejó, en definitiva, la imagen de un club que se siente perjudicado por las decisiones arbitrales, que no renuncia a su estilo ni a su ambición y que se conjura para sufrir, si hace falta, hasta el último minuto de la última jornada con tal de seguir en Primera. Entre brindis y mensajes de calma, Osasuna envió un aviso a la Liga y a su entorno: el proyecto está vivo, el vestuario está unido y El Sadar quiere seguir siendo plaza de Primera, con más gradas, más socios y, sobre todo, más fútbol.








