Pamplona avanza hacia un nuevo modelo de movilidad urbana con la puesta en marcha de la Zona de Bajas Emisiones (ZBE), cuya primera fase entrará en vigor el próximo 1 de enero de 2026 (la fecha exacta está pendiente de la publicación definitiva de la Ordenanza en el BON) y afectará inicialmente al Casco Antiguo. En estos días, operarios municipales ya están colocando la señalización en los accesos al casco viejo, anticipando un cambio relevante en la circulación del centro histórico de la ciudad.
La ZBE de Pamplona se implantará de forma progresiva. En esta primera etapa, el ámbito de aplicación se circunscribe a la actual Zona de Acceso Controlado (ZAC) del Casco Antiguo. A partir de esa fecha, los vehículos sin distintivo ambiental de la Dirección General de Tráfico no podrán acceder a esta zona, salvo en el caso de residentes, personas con movilidad reducida, servicios de emergencia, distribución de mercancías y otros vehículos expresamente autorizados. Sí podrán circular los vehículos con distintivo B, C, Eco y Cero, así como aquellos reconocidos como históricos por la DGT.
El Ayuntamiento mantiene las condiciones actuales de acceso para residentes, comerciantes y propietarios de plazas de aparcamiento situadas dentro del perímetro protegido, que podrán seguir accediendo como hasta ahora. La medida busca compatibilizar la protección ambiental con la actividad económica y la vida cotidiana del barrio.
Según las estimaciones municipales, la entrada en vigor de la ZBE supondrá que alrededor de 650 vehículos menos circulen cada día por el centro histórico. Esto representa una reducción del 19,7% respecto a los aproximadamente 3.300 accesos diarios actuales. En términos ambientales, el área de Ecología Urbana del Ayuntamiento calcula que la disminución del tráfico permitirá recortar las emisiones de CO₂ en más de 2.994 toneladas anuales.
Más allá de las restricciones al tráfico, la ZBE se concibe como una herramienta para impulsar un modelo de ciudad más sostenible y saludable. El objetivo es fomentar la movilidad activa, recuperar espacio público para el uso ciudadano y promover desplazamientos más seguros, inclusivos y respetuosos con el entorno.
Una vez que la normativa entre en vigor, el impacto de las medidas será monitorizado de forma continua mediante indicadores de calidad del aire, cambio climático, movilidad sostenible, ruido y eficiencia energética. El control de accesos se realizará a través de un sistema de cámaras con lectura de matrículas y de los aparcamientos de concesión municipal. En total, el Casco Antiguo cuenta con 13 accesos señalizados y 50 puntos de identificación de matrículas, con especial concentración en la avenida de Baja Navarra.
El ámbito de la ZBE coincide con una de las zonas más intensas de la ciudad en términos de actividad urbana. El Casco Antiguo concentra cerca del 20% de todos los desplazamientos que se realizan en Pamplona, con una densidad de 262 viajes por hectárea. Frente a las restricciones, el Ayuntamiento destaca la amplia oferta de alternativas: paradas de transporte urbano en todo el perímetro, la Estación de Autobuses como nodo interurbano y varios aparcamientos públicos en el entorno para quienes opten por el vehículo privado.
La implantación de la ZBE se apoya en proyectos previos como ‘Lo Viejo se mueve’ y el Plan de Amabilización del Primer Ensanche, y se verá reforzada con nuevas mejoras en la caminabilidad, la movilidad ciclista, el transporte urbano comarcal y la red de aparcamientos disuasorios, que suma 2.730 plazas en nueve parkings.
El proyecto aprobado establece como ámbito final de la ZBE el Casco Antiguo y los Ensanches, una delimitación basada en criterios técnicos como la centralidad, el intenso tráfico peatonal, la elevada actividad comercial y la amplia oferta de transporte alternativo. Actuar en este espacio supone intervenir en la zona de la ciudad donde más población se ve afectada por la contaminación, con más de 130.000 desplazamientos diarios en un territorio reducido y los valores más altos de emisiones, en el camino marcado por Pamplona para cumplir en 2030 los objetivos europeos en materia de calidad del aire y cambio climático.









