Se acercan las elecciones autonómicas en la Comunidad Autónoma Vasca y, como cualquier proceso electoral, tanto los partidos políticos como sus líderes se ponen ante el espejo y socialmente tratan de tapar sus vergüenzas. No lo consiguen.
Asistimos atónitos al mercadeo del bien y del mal. De lo ético y lo que no lo es. Vemos con indignación desde Navarra cómo el PSOE y PNV no quieren para la CAV lo que aquí defienden con vehemencia y demasiada irresponsabilidad.
Ahora de repente para el PSOE y el PNV, EH Bildu es una formación cuya gestión va a provocar el caos. La hecatombe social. Para PNV el modelo económico y empresarial de los abertzales traería pobreza y para el PSOE, las políticas lingüísticas y sociales que propone Bildu son un despropósito que fracturan la convivencia.
Comparto cada uno de estos argumentos, y daría “mil más” exponiendo los motivos por los que considero que EH Bildu es un partido que jamás debería alcanzar ningún tipo de responsabilidad ejecutiva. Un temor para quienes generan riqueza y puestos de trabajo, una amenaza para la igualdad de oportunidades y un ataque a la línea de flotación de la democracia, puesto que no respetan a quienes no pensamos como ellos.
Pero… ¿Por qué los jeltzales y los socialistas defienden que para Euskadi esto es tan negativo pero en Navarra gobiernan con ellos y hasta les regalan la alcaldía de la capital de la Comunidad Foral?
Las tesis abertzales son peligrosas, pero sus estrategias son dignas de admirar. Han trazado una clara estrategia en forma de “red” con sus miembros liderando entidades sociales, culturales, educativas, sanitarias… su “paciencia estratégica” está dando sus frutos y el resto de formaciones estamos mirando las musarañas sin hacer autocrítica ni querer mancharnos las manos entrando “en el barro” para dar la batalla del bienestar social, la cultura y las ideas. La batalla institucional estamos empezando a perderla, la social la hemos perdido hace años y no veo un horizonte cercano en el que esto cambie si seguimos así.
La situación actual es, sin ninguna duda, responsabilidad del Partido Socialista Obrero Español. Han alimentado y legitimado las tesis del partido que defiende las ocupaciones o la violencia contra adversarios políticos por la simple necesidad de sus votos en el Congreso de los Diputados.
No es creíble que por la mañana negocien con Bildu los presupuestos (que es la ley más importante del curso político) o que les entreguen alcaldías, y por la tarde pretendan vendernos (haciéndose los indignados) que el modelo social y económico abertzale supondría un importante retroceso para la ciudadanía. Hipocresía de la más descarada.
Si en las elecciones de la comunidad autónoma vecina finalmente gana EH Bildu, el PSE tendrá que explicar su estrategia y ver en qué lado de la historia quiere colocarse. Por desgracia lleva demasiado tiempo en el lado equivocado.
