Iban Aguinaga vence en el concurso de fotografía organizado por Asnabi

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Foto: Iban Aguinaga

Gustavo Eduardo Green primer premio en el concurso de microrrelatos, con el texto titulado "Propiedad de los sillones en Ginebra"

Pamplona, 8 de junio

Ya se saben los galardonados con el concurso de fotografías y microrrelatos “Paisajes de bibliotecas” organizado por la Asociación de Bibliotecarias y Bibliotecarios de Navarra, Asnabi, con motivo de su XX aniversario.

Segundo premio Segundo premio

Así, el jurado del Certamen o compuesto por Jesús Arana Palacios, Ana Urrutia Jubera, Beatriz Cantero Saiz, Iñaki Suso Espadas y José Antonio Gómez Manrique (y actuando como asesores para la modalidad de fotografía los fotógrafos José Luis Roig y Luis Sainz), después de deliberar sobre todos los trabajos presentados a las dos modalidades, decide otorgar el primer premio de Fotografía a la titulada Sin título y de la que es autor Iban Aguinaga Suberviola ; el segundo premio a la titulada Sin titulo y de la que es autor Eduardo Goikoa Palacios y el tercer premio a la obra titulada Tiempo para el silencio y de la que es autor Javier Bengoechea Espinosa

Tercer premio" Tercer premio

Y respecto a la modalidad de Microrrelatos,se ha otorgado el primer premio al titulado "Propiedad de los sillones en Ginebra" y del que es autor Gustavo Eduardo Green; el segundo premio, al titulado "Marinero"y del que es autor Pedro Pagés García. Y el tercer premio ha recaído en el microrrelato titulado "Mamadu Bachir" y del que es autora Ventura Ruiz Gómez

PROPIEDAD DE LOS SILLONES EN GINEBRA

Los sillones de las bibliotecas de Ginebra poseen una propiedad particular. Cientos de personas peregrinan a la ciudad suiza con el único objetivo de sentarse en uno de aquellos sillones… En épocas de muchos visitantes, y ante la falta de sillones vacíos, algunos transportan los suyos (las bibliotecas son consideradas). Los más ansiosos apenas cruzan la frontera depositan el sillón en la primer biblioteca ginebrina que se les cruza en el camino y se desparraman sobre el mismo. Se ha convertido en un gran negocio para los habitantes de Ginebra que sacan sus sillones a la calle y los alquilan a sumas exorbitantes. Todos los que se sientan en los sillones saben que no pueden revelar el secreto. Nadie, nunca, difundió la propiedad que poseen los sillones en Ginebra. Tal vez no quieran que ocurra lo que pasó con los roperos en Ankara. Isidoro Goldstein regresó sin emitir ningún comentario sobre su experiencia, tan solo trascendió que pagó mil quinientos Francos Suizos por el uso de dos horas de un sillón de pana azul que debió subir tres pisos por la escalera de la Biblioteca del Ayuntamiento. Familiares y amigos de Isidoro afirman que ya no es el mismo. Su carácter ha cambiado, y hasta su aspecto físico. Ahora luce más pequeño, sus dedos se han afinado y se aferra a un bastón -porque su vista ya no es la de antes-. Por las noches se lo escucha susurrar poemas en islandés.

MARINERO

Llamadme Ismael. Hace unos años, encontrándome sin apenas dinero, se me ocurrió embarcarme y ver mundo, entre en la biblioteca y el vasto océano todavía estaba allí.

MAMADU BACHIR

Vagabundeaba durante el día y cada tarde acudía a la biblioteca para conectarse internet. No sabía comunicarse muy bien. Se notaba que era un recién llegado y que aún no había aprendido demasiadas palabras. Pero solicitaba una hora delante de aquella máquina y acariciaba el ratón a la espera de que apareciese algo en la pantalla. Miraba con disimulo a quienes se sentaban a su lado y les imitaba. Veía cómo escribían algo antes de que la pantalla les devolviera fotos, artículos… información. Él sólo sabía escribir su nombre en aquel extraño alfabeto, nada más. Fue buscando letra a letra hasta que lo completó. Pero nada pasaba. Tampoco sabía que estaba a un click de encontrar su cara en viejos periódicos que hablaban de su rescate en aguas de Gran Canaria como único superviviente de la patera en la que se acercó al norte de sus sueños.

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