Según la biblia hubo una pareja primigenia, Adán y Eva, que fue la progenitora de toda la especie humana. La ciencia demuestra que nunca hubo tal pareja. Aunque sí existieron unos padres de la humanidad actual, que no necesariamente vivieron en la misma época ni en la misma zona geográfica.
Nos estamos refiriendo al Adán y Eva genéticos. Es un concepto científico que se le da al hombre y la mujer de los que todos los humanos actuales descendemos. Porque se ha demostrado, desde que se utiliza la genética para el estudio de la evolución humana, que sí existieron unos padres de la humanidad. Es decir, existió un hombre del que todos descendemos por vía paterna y una mujer de la que todos descendemos por vía materna, pero que vivieron en épocas distintas y en sitios diferentes; ¿cómo se explica esto?.
La respuesta está en el material genético, es decir en el ADN. Afortunadamente, existen partes del ADN que solo se heredan o por vía materna o por vía paterna, lo que nos permite seguir nuestros linajes, femenino y masculino, a través del tiempo.
El llamado ADN mitocondrial es una parte especial de ADN localizado en unos orgánulos celulares denominados mitocondrias, que tenemos tanto mujeres como hombres, pero que se hereda íntegramente a través de la madre. Aunque la mayoría del ADN no se encuentra ahí, sino en los cromosomas. Cada especie tiene un número constante. En concreto la especie humana tiene 46 cromosomas. De ellos, dos son los llamados cromosomas sexuales, que son distintos en el hombre (XY) que en la mujer (XX). Por tanto, el cromosoma “Y” lo heredan sólo los hombres. Es el ADN, de ese cromosoma “Y”, el que nos permite seguir nuestra línea genealógica por vía paterna.
Al compararse las secuencias de ADN mitocondrial (o del cromosoma “Y”) de distintos grupos humanos las diferencias que se encuentren entre ellos sólo han podido deberse a mutaciones (cambios en su estructura), pero no a las recombinaciones de los ADN de los progenitores (de los genes del óvulo y del espermatozoide), que se produce en cada fecundación generación tras generación. Como ya se ha dicho se heredan sin mezclas, intactos, de la madre o del padre. Además, se sabe, que algunas secuencias de ADN cambian con una frecuencia constante . Esto permite estimar el tiempo de separación de secuencias de ADN (y por tanto de los individuos portadores de aquel) en base a sus diferencias. Por esta razón, se están utilizando como “relojes moleculares”. Por ejemplo, y simplificándolo mucho, supongamos que sabemos que en una secuencia concreta se produce un cambio en el ADN cada 50.000 años y, comparando las secuencias de ADN de dos individuos, se localizan dos diferencias. Se puede estimar entonces que el antepasado común más cercano de ambos vivió hace 100.000 años. En realidad las estimaciones son el resultado de complejos cálculos estadísticos en que se tienen en cuenta distintas variables, como que la frecuencia de las mutaciones es distinta en unas regiones del genoma que en otras, y otras muchas.
Según los últimos estudios con ADN mitocondrial, de sujetos de distintas etnias de todo el planeta, se ha estimado que el ancestro común femenino más cercano a todos los humanos actuales fue una mujer que vivió hace entre 99.000 a 150.000 años. Dicho de otro modo, las mitocondrias de todos los seres humanos vivos provienen de esta mujer. Por eso se la denomina la Eva mitocondrial.
Del mismo modo, del análisis del ADN del cromosoma “Y” se ha estimado que los cromosomas “Y”de los hombres de todo el planeta provienen de un hombre que vivió hace entre 120.0000 y 156.000 años. Es el llamado Adán cromosómico Y.
Para comprender estos datos hay que olvidar la idea de una pareja progenitora, al estilo bíblico, de cuyos descendientes provenimos toda la humanidad. Todos descendemos de esa mujer de hace 99.000-150.000 años, pero no de su pareja. Esta Eva mitocondrial no fue la única mujer de su tiempo, ni siquiera la única que tuvo descendencia, también hubo otras. Lo que ocurre es que sólo han sobrevivido hasta nuestros días descendientes de esa mujer. El resto de líneas genealógicas se extinguieron con el tiempo. De la misma manera, de este hombre que vivió hace 120.000-156.000 años, que ni siquiera estaría emparentado con ella ni tuvo porqué vivir en el mismo sitio geográfico ,es del que provienen todos los varones actuales; y también en su tiempo, y posteriormente, hubo más hombres que tuvieron hijos, sólo que tampoco sus descendientes llegaron hasta nuestros tiempos.
Los estudios genéticos sobre evolución humana confirman, además, los datos fósiles y de arcaicas herramientas encontrados. Esto es, que el origen de la humanidad se localiza en Africa oriental y desde allí nuestros antepasados se expandieron a Asia y Europa y al resto del mundo.
El Adán y Eva genéticos no fueron el primer hombre ni la primera mujer que existieron. Sin embargo, sí son nuestros antepasados más próximos de los cuales descendemos todos los seres humanos que actualmente habitamos el planeta.








