Un tercio de los orientales (chinos, japoneses y coreanos) tienen limitada la capacidad de metabolizar el alcohol. La responsable es la genética, una mutación que prácticamente no existe en otros pueblos y que les protege del riesgo de caer en el alcoholismo
540 millones de personas en el mundo, sobre todo habitantes del sureste asiático, tienen intolerancia al alcohol. No es que tengan “menos aguante”. La razón hay que buscarla en que son portadores de un gen defectuoso que impide que se sintetice un enzima que destruya los componentes del licor.
Cuando se ingiere alcohol, el organismo lo va desintegrando en varias fases. Primero, una enzima, la alcohol deshidrogensa, lo transforma acetaldehído, que es muy tóxico, y en un segundo paso la enzima aldehído deshidrogenasa lo transforma en acetato y ácido acético.. Pues bien, a estas personas les falta esa segunda enzima de modo que, cuando consumen alcohol, el acetaldehído se acumula provocando un cuadro de intoxicación característico que se conoce como “Flush asiático”: Algunos, incluso con solo probarlo, adquieren un enrojecimiento facial intenso, sienten ganas de vomitar, el pulso se les dispara y sienten fuerte dolor de estómago y como les fuera a estallar la cabeza.
No hay que confundirlo con los síntomas propios de una borrachera, la cual es provocada por abuso de alcohol. Es una intolerancia de tipo hereditario que les hace alérgicos al alcohol, es decir, con ingestión de cantidades más pequeñas no disminuyen los síntomas. De hecho, se trata como una reacción alérgica.
Semejante malestar ha conseguido que los portadores de esta variante genética tengan aversión al alcohol . Esto explicaría que haya tan pocos alcohólicos en China , Japón o Corea en comparación con Europa o América. Por esta razón, se considera que es un gen protector del riesgo de alcoholismo.
Pero ¿por qué se expandió esta mutación entre la población como lo hizo? Para que la mutación se extendiera hubiera sido necesario que la mayor parte de la población que no la tenía desapareciera sin dejar apenas descendencia llevándose los genes –hasta entonces normales en la historia de la humanidad– a la tumba. ¿Qué ventajas tuvieron los “mutantes” frente al resto?. Para contestar a estas preguntas hay que remontarse a hace 10.000 años , cuando nuestros antepasados iniciaron un modo de vida basado en la agricultura .
Sabemos que el consumo de alcohol se remonta a millones de años atrás por lo que ya estamos preparados genéticamente para tolerarlo. Ocurre, que con la introducción de la agricultura nuestros antepasados se encontraron con un excedente de granos y frutas. Aprendieron a conservarlos por medio de la fermentación transformándolos en bebidas alcohólicas, que entonces servían como bebida y alimento. Hay que tener en cuenta que en esa época era mucho más seguro beber bebidas fermentadas, ya que este proceso mata las bacterias, que beber agua repleta de bacterias. Además de que el grano con la fermentación se hace más nutritivo, produciéndose en el proceso nuevos nutrientes, como la vitamina B.
Nuestros antecesores llegaron a un incremento del alcohol en la dieta peligroso. Así, lo que pudo ayudarnos a sobrevivir en los primeros años de la agricultura se convirtió en algo pernicioso. Aunque aprender a cultivar cereales y frutas nos proporcionó alimento a gran escala, ya no estábamos comiendo y bebiendo de acuerdo a nuestra constitución genética.







