Ahora que comienza un nuevo curso escolar, muchos padres y madres se echan las manos a la cabeza, nunca mejor dicho, ante el riesgo inminente de que sus hijos vuelvan a casa con piojos en el cabello. Se trata de un problema muy común en el que más allá de los síntomas físicos que causa, como el picor y la necesidad constante de rascarse, también es considerable su impacto psicológico en quien lo padece: uno de cada cuatro padres y madres (24,7 %) cree que tener piojos afecta emocionalmente a sus hijos, según el IX Estudio CinfaSalud: “Percepción y hábitos de los padres y madres españoles ante la pediculosis”, realizado por Cinfa en 2019 y avalado por la Sociedad Española de Farmacia Clínica, Familiar y Comunitaria (SEFAC).
Como explica Julio Maset, médico de Cinfa, “este impacto psicológico es fruto, en gran parte, del estigma social que crea la presencia de estos parásitos, en torno a los cuales siguen circulando numerosos mitos, como el que los relaciona con la falta de higiene. La vergüenza lleva a los progenitores a no notificar al colegio que sus hijos presentan la infestación, lo cual eleva notablemente el riesgo de que sus compañeros de clase se contagien. Sin embargo, hay que saber que los piojos van al pelo limpio igual o más que al sucio”.
Y es que, como continúa el experto del laboratorio, “para destruir a nuestro enemigo, primero hay que conocerlo. Es decir, para eliminar los piojos de una manera eficaz, es necesario, en primer lugar, desterrar estos falsos mitos en torno a ellos, ya que pueden llevarnos a tomar medidas preventivas erróneas o a tratarlos de manera equivocada”. Así, tampoco son ciertas, por ejemplo, creencias como que los piojos saltan o vuelan —en realidad, se desplazan—, que toda la familia debe tratarse en caso de que un miembro esté infestado, que sea necesario raparse o cortarse el pelo para combatirlos o que remedios caseros como la mayonesa, el aceite de oliva o la vaselina sean eficaces.
En este sentido, también debemos saber que “no tenemos por qué resignarnos a que estos parásitos invadan el cabello de nuestros hijos cada vez que vuelven a las aulas. Si tomamos algunas medidas preventivas adecuadas, es posible mantenerlos a raya”. En concreto, la pauta más importante es notificar al centro escolar que nuestro propio hijo o hija tiene piojos en caso de que así sea. “Es la manera más efectiva de evitar su propagación y un ejercicio de responsabilidad social”, incide el experto.
De igual modo, no podemos olvidarnos de insistir a los menores para que no intercambien elementos como toallas o, por ejemplo, peines, horquillas o coleteros, dado que una de las principales vías de contagio de los piojos es el compartir prendas y utensilios que tienen contacto directo con el pelo.
Despejar dudas antes de aplicar el pediculicida
Si nuestro hijo o hija empieza a sentir picor en el cuero cabelludo -o si nos han notificado que en su entorno ha habido ya infestaciones-, se debe proceder a un examen exhaustivo del cabello peinando cada mechón con una lendrera -un peine de púas metálicas muy juntas y que se puede adquirir en una farmacia-, que permite arrastrar las liendres y/o piojos. Como explica el doctor Maset, “conviene hacerlo con el cabello húmedo, ya que los piojos se mueven más lentamente por él y facilita su uso, y manejando la lendrera con las puntas hacia arriba. También es conveniente colocar un paño o toalla blanca sobre los hombros del niño o niña para poder ver los parásitos cuando caigan”.
Si se confirma su presencia, sí debe aplicarse sobre el cabello seco, mediante un masaje, el champú, loción o espuma pediculicida. Después de lavar y aclarar, se ha dejar secar el pelo al aire, nunca con secador, ya que el calor inactiva el efecto insecticida residual del producto. Para terminar, se debe pasar de nuevo una lendrera para retirar los piojos muertos y las liendres. “Es fundamental repetir toda la operación una semana después, porque solo así nos aseguraremos de haber eliminado todos los piojos y liendres. Con que haya quedado alguno, es suficiente para que nazcan y se reproduzcan de nuevo”, advierte el experto.
Por último, Maset incide también en la importancia de distinguir bien los productos para los piojos, ya que “los pediculicidas tan solo deben utilizarse una vez que se ha producido la infestación para evitar la generación de resistencias, mientras que, si lo que queremos es prevenir, se han de usar repelentes específicos de piojos, que es un producto distinto al pediculicida”. Para despejar cualquier duda, siempre podemos consultar al profesional farmacéutico.
Nueve falsos mitos y creencias erróneas sobre la pediculosis:
- Los piojos solo infestan el pelo sucio. Nada más lejos de la realidad. Cualquier persona de cualquier estrato social o económico puede padecer pediculosis, la cual no es signo de higiene deficiente o de suciedad.
- Los piojos saltan o vuelan. El piojo no se desplaza saltando y, dado que no tiene alas, tampoco lo hace volando. Su gran capacidad de propagación se explica porque caminan con gran rapidez con sus tres pares de patas, adaptadas para desplazarse por los cabellos a gran velocidad y luego asirse a ellos.
- Los piojos de la cabeza pueden transmitir enfermedades. Solo los piojos del cuerpo son vectores de enfermedades, pero no es el caso del Pediculus humanus capitis o piojo de la cabeza.
- Rapar el pelo o cortarlo es conveniente si se tienen piojos. Los piojos y liendres se adhieren a la raíz del pelo, no a toda su superficie. Si bien es cierto que en pelos cortos puede resultar más cómodo el tratamiento y la retirada con lendrera, no es necesario cortar el pelo ni rasurarlo para atajar la pediculosis, lo cual, además, puede convertirse en una fuente de angustia y vergüenza.
- Los remedios caseros son igual de efectivos que los de la farmacia y, además, inocuos. Por una parte, la eficacia pediculicida de sustancias como la mayonesa, el aceite de oliva, la mantequilla, o la vaselina es nula o no está demostrada. Por otra, otros remedios como el alcohol o el queroseno, además de irritar el cuero cabelludo, son tóxicos, inflamables y, por tanto, peligrosos. El vinagre puede ayudar a despegar las liendres, pero por sí solo no es capaz de matar al piojo.
- Cuando hay piojos en casa, toda la familia debe tratarse por si acaso. Solo se ha de aplicar el pediculicida en quien se confirme la infestación, tras una exhaustiva revisión con lendrera. Puede aplicarse un repelente como medida de prevención. Tampoco los brotes en el colegio son una razón para aplicar este producto de manera indiscriminada.
- Los niños y niñas con piojos deben quedarse en casa. No existe necesidad de aislar a ninguna persona por este motivo. Si se ha realizado el tratamiento correctamente, los escolares pueden asistir al colegio con total normalidad, aunque sí es clave el compromiso de los padres de continuar revisando la cabeza de sus hijos e informar al centro escolar si detectan el parásito.
- Los animales de compañía pueden transmitir piojos. Es imposible, porque los piojos de la cabeza son parásitos humanos y solo pueden vivir en las cabezas de las personas.
- Uno de los principales lugares de contagio de los piojos son las piscinas. En contacto con el agua, el piojo cierra sus orificios respiratorios y entra en un estado de letargo en el que puede permanecer hasta cuatro horas, pero se mantiene firmemente aferrado al cabello. Por lo tanto, por el hecho de estar en el agua, el piojo no abandona el pelo al que se aferra y no queda flotando “a la búsqueda” de otro portador.
CinfaSalud: el proyecto de educación en salud de Cinfa
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