“Son preferibles los juegos materiales, especialmente aquellos relacionados con la estrategia, construcción creativa, participación en grupo y ejercicio mental”. El Dr. Fernando Sarrais, psiquiatra y profesor de la Facultad de Educación y Psicología de la Universidad de Navarra, destaca la importancia de este tipo de juegos, más recomendables para los niños en épocas de regalos.
Asimismo, recomienda que los adolescentes busquen juegos compartidos con otros compañeros: “Permite crear vínculos de amistad profundos y duraderos, conocerse a sí mismo y a los demás. Les enseña a respetar las reglas, a ganar y a perder. Esto controla la afectividad, sabiendo mantener la paz y la alegría en las derrotas; además de fomentar el altruismo y el compañerismo”.
En su última publicación, titulada El poder del juego para el desarrollo y bienestar mental, el psiquiatra analiza el juego con el objetivo de “entender la razón por la que el ser humano de todas las épocas, edades y sexo ha jugado y juega, cuáles son sus beneficios y cómo mejora la calidad de vida de las personas y examinar los riesgos del juego patológico, para hacer una mejor prevención”, puntualiza. En ella, no solo se centra en el público infantil y adolescente, sino que apela a todas las etapas evolutivas.
El juego, factor de equilibrio
En la publicación, el autor advierte que el juego puede verse como una ‘pérdida de tiempo’, debido a la mentalidad actual de Occidente, donde “se busca de modo excesivo el rendimiento, el mérito y él éxito; y, sin embargo, el juego no contribuye a lograr esos objetivos”. Tal y como el Dr. Sarrais desgrana en el libro, esta actividad lúdica ayuda al desarrollo de las personas. “La salud mental depende de lograr y mantener una vida equilibrada: entre obligaciones y devociones, trabajo y descanso, tensión y relax, etc. El juego es factor de equilibrio de las cosas serias y desagradables de la vida. Por otra parte, el descanso mental tiene relación con el relax y el disfrute, y el juego aporta esas dos cualidades en gran medida, siempre que el objetivo no sea ganar sino disfrutar”, apunta.
Para encontrar este equilibrio, el profesor subraya la necesidad de que la actividad esté guiada por la razón, “que permite que conozcamos los beneficios que nos aporta, tanto para uno mismo, como para los seres queridos con los que se comparte el juego”. Este mismo proceso, añade, es lo que realizamos con el ejercicio físico. “Nos permite estar en forma y sano físicamente, lo mismo ha de ser con el juego para estar en forma y sano mentalmente, pues no aporta relax y disfrute”.
El profesor también incide en la importancia de que el juego “esté controlado por la cabeza, que dicta “el modo, tiempo y lugar para jugar, y la voluntad hace cumplir esas condiciones”, y distinguir este proceso de aquel en el que el objetivo del juego sea evadir un malestar psicológico, ya que “entonces manda la afectividad por encima de la razón, y se corre el riesgo de caer en la adicción”.