Estevia: ni adelgaza ni podría ser buena para la salud, según un estudio

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Mucho se ha venido hablando en los últimos años de la estevia, hasta el punto de convertirse en el edulcorante de moda. Se ha vendido hasta la saciedad como el sustituto natural del azúcar porque endulza sin tener calorías, carbohidratos o aumentar los niveles de azúcar en sangre.

Que escuchemos tanto el nombre de esta planta que, en realidad, es usada desde hace siglos en Paraguay y Brasil, tiene que ver con el marketing de la industria alimentaria. Tras ser aprobada la comercialización de los productos de la planta en Estados Unidos y la Unión Europea, gigantes como Coca Cola se lanzaron rápidamente a su capitalización.

La mencionada marca de refrescos cambió la receta de su Sprite en el Reino Unido, y Tate & Lyle lanzó un producto a medio camino entre el azúcar de siempre y la estevia. En definitiva, los supermercados se llenaron con este edulcorante “milagro”, contenido en yogures, chocolates y otros tantos productos.

Merece la pena aproximarse con regularidad a la realidad de los productos que consumimos, sobre todo a aquellos que se ponen de moda. Seguir publicaciones como la nueva revista online Mindfit.Club, una revista de salud y fitness que va más allá del bienestar y el deporte, puede ser de ayuda.

Los peligros de la estevia

Ningún estudio científico indicaba que la estevia fuera a convertirse en la panacea cuando el mundo declaraba la guerra al excesivo consumo de azúcar. De hecho, había quien ponía el foco sobre que, a pesar de tratarse de un producto natural, no dejaba de estar muy procesada hasta ser incorporada a lo que consumimos.

El autor de “Fat Chance: The bitter Truth About Sugar” (La amarga realidad sobre el azúcar), Robert Lustig, señalaba a BBC la escasez de datos al respecto. Y eso le llevaba a no defender los edulcorantes alternativos.

Algunas incógnitas podrían haberse despejado con un estudio publicado en la revista Canadian Medical Association Journal. Trataba de analizar esos edulcorantes no nutritivos altamente consumidos, como el aspartamo, la sucralosa y la estevia, “incluso cuando el impacto a largo plazo para la salud es incierto”, citan. En concreto, se han estudiado sus posibles efectos cardiometabólicos.

Las evidencias encontradas no apoyan con claridad los supuestos beneficios de los edulcorantes para la pérdida de peso, y los datos observados sugieren que la toma regular de estos pueden estar asociados a un incremento del Índice de Masa Corporal y a riesgos cardiometabólicos.

Son las conclusiones del estudio que, eso sí, reconoce que hacen falta futuras investigaciones para conocer más a fondo los riesgos a largo plazo de los edulcorantes, y sus supuestos beneficios.

Entonces, ¿por qué endulzante hay que optar?

Muchos nutricionistas creen que no hay azúcares que sean más saludables que otros. La miel, por ejemplo, se suele erigir como la opción perfecta por ser la más natural y por su aporte de vitaminas y minerales.

Sin embargo, exige también ser tomada con precaución, como recuerdan desde la web Viviendo Sanos, por su alto contenido en fructosa líquida. Esta ha sido asociado con frecuencia a determinados problemas de salud. Eso sin contar con que, en el caso de niños menores de un año, está desaconsejada por peligros de bolutismo infantil, según un informe del Comité Científico de la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN).

Lo que aconsejan realmente los expertos en nutrición no es buscar alternativas al azúcar tradicional, sino reducir su consumo. En concreto, la Organización Mundial de la Salud recomendó que solo el 5% de la ingesta diaria de calorías procediera de productos dulces.

Lo más evidente es eliminar por completo de la dieta las bebidas azucaradas, que en muchos casos traen hasta 35 gramos de azúcar por una lata de 330 ml. Lo mismo ocurre con las comidas precocinadas, condimentos y salsa.

Los postres no están prohibidos en una dieta sana y equilibrada, pero hay que optar por los caseros. Los que no lo son esconden muchos azúcares añadidos que escapan al control de ingesta diaria de azúcar, que debe ser de 25 gramos al día en total, según la OMS).

De hecho, el azúcar no se debería utilizar nunca si no es necesario porque, como es sabido, muchos de los alimentos que consumimos ya llevan azúcar.

 

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