La librería Katakrak de Pamplona/Iruña acogió este miércoles la presentación del libro La caza de brujas en Pamplona. Sala del tormento, procesión infamante y hoguera, de la historiadora Leire San Martín Marcos. El acto reunió a cerca de 110 personas interesadas en una obra que pone el foco en la memoria de las mujeres acusadas de brujería, torturadas, humilladas públicamente y, en algunos casos, ejecutadas en la capital navarra.
El origen del libro se sitúa en septiembre de 2017, coincidiendo con la visita a Pamplona de la pensadora feminista Silvia Federici, autora de Calibán y la bruja y responsable del prólogo de esta publicación. Aquel encuentro impulsó diversos espacios de reflexión feminista en torno a la caza de brujas, que cristalizaron en iniciativas como el encuentro celebrado en marzo de 2019 y la creación de Sutara, una jornada divulgativa centrada en la memoria de estas persecuciones. De esa necesidad de comprender qué ocurrió en la ciudad nace este proyecto editorial.
San Martín Marcos, licenciada en Historia del Arte por la Universidad del País Vasco y trabajadora del Archivo de Navarra, asumió la tarea de rastrear las fuentes históricas para reconstruir las historias de aquellas mujeres represaliadas. Paralelamente, junto a las integrantes de Teatrolari, impulsó iniciativas de resignificación del espacio urbano, como el paseo de la caza de brujas, con el objetivo de leer la ciudad desde una perspectiva crítica y empoderadora.
El libro se aleja del formato académico convencional para ofrecer un relato accesible, sin renunciar al rigor histórico ni a una clara perspectiva de género y de clase. La autora plantea la caza de brujas como un fenómeno ligado a profundos cambios sociales, políticos y económicos: la transición del Antiguo Régimen al Estado moderno, la implantación del capitalismo y la regulación de los saberes médicos, que criminalizó prácticas de la medicina popular ejercidas mayoritariamente por mujeres.
La obra se estructura en tres bloques. El primero contextualiza el sistema de creencias de la época, la noción de superstición, la construcción judicial de la brujería y el funcionamiento de los tribunales, subrayando el papel especialmente represivo de la justicia civil frente a la Inquisición. El segundo pone nombre y apellidos a algunas de las mujeres acusadas, como Joana de Azparren, María Johan de Anocibar, Graciana Belza, Catalina Torrano, María Unanoa, María de Ollo o María de Irisarri. El tercer bloque aborda de forma directa la violencia del aparato represivo: la tortura en las cámaras de tormento, las sentencias ejemplarizantes, la procesión infamante por las calles de la ciudad y las ejecuciones, que tuvieron lugar en La Taconera.
La caza de brujas en Pamplona se presenta así como un ejercicio de memoria y justicia histórica, que invita a repensar el pasado de la ciudad desde las vidas y los cuerpos de aquellas mujeres perseguidas, y a cuestionar los cimientos sobre los que se construyó la sociedad moderna.
