El inconfundible aroma de las castañas asadas que cada invierno envuelve la calle San Nicolás tendrá este fin de semana un nuevo acompañante: la memoria. Mikel Álvarez Menor, castañero emblemático del Casco Viejo, celebrará sus 46 años de actividad ininterrumpida con la inauguración de una exposición fotográfica que recorre su trayectoria y la vida cotidiana de uno de los rincones más auténticos de Pamplona.
Bajo el título “El sabor que calienta el alma. Mikel cumple 46 inviernos en San Nicolás”, la muestra se exhibirá de forma temporal en las rejas exteriores de la Iglesia de San Nicolás, junto al histórico puesto de castañas, los días sábado 20 y domingo 21 de diciembre. La iglesia, telón de fondo constante de su trabajo durante casi medio siglo, se convierte así en protagonista y homenajeada.
La exposición propone una retrospectiva visual que va más allá del oficio. A través de imágenes históricas, se documenta la evolución del puesto, la transformación de la calle San Nicolás y la vida social del Casco Viejo. Fotografías que capturan encuentros cotidianos con vecinos, estudiantes y generaciones de escolares que han conocido a Álvarez también en su faceta de cuentacuentos, reforzando su vínculo con la comunidad.
“La Iglesia de San Nicolás es el telón de fondo de mi vida. Ha visto pasar 46 inviernos de castañas y es justo rendirle este tributo”, señala Álvarez. “Esta exposición es una forma de compartir nuestra historia y recordar que este rincón tiene un sabor y una memoria muy especiales. Es hermoso que la gente se detenga y se reconecte con la belleza de nuestro entorno”.
La iniciativa se enmarca en un homenaje más amplio al patrimonio material y emocional del centro histórico de Pamplona, subrayando la importancia de los pequeños oficios tradicionales en la construcción de la identidad urbana. El montaje ha sido cuidadosamente planificado para garantizar la seguridad y el máximo respeto al patrimonio histórico de la iglesia. Las fotografías, impresas en material resistente a la intemperie, se fijarán mediante sistemas no invasivos y se instalarán y retirarán a diario.
Una cita efímera, pero cargada de memoria y calor humano, que invita a pamploneses y visitantes a detenerse, mirar y recordar, al abrigo de unas castañas y de casi medio siglo de historia compartida.









